Page 27 - index
P. 27
CORIFEO:
Pero ella era diosa e hija de un dios. En cuanto a nosotros, no somos más
que mortales y seres nacidos de padres mortales. De modo que cuando ya
no vivas, no será una gloria para ti que se llegue a decir que hasta has
obtenido en la vida y en la muerte un destino semejante al que habían
recibido seres divinos.
ANTÍGONA:
¡Ay! ¡Te burlas de mí! ¿Por qué, en nombre de los dioses paternos,
ultrajarme viva sin esperar a mi muerte? ¡Oh patria! ¡Oh muy afortunados
habitantes de mi ciudad! ¡Fuentes de Dircé y bosque sagrado de Tebas, la
de los hermosos carros! ¡Sed vosotros al menos testigos de cómo sin ser
llorada por mis amigos y en nombre de qué nuevas leyes me dirijo hacia el
calabozo bajo tierra que me servirá de insólita tumba! ¡Ay, qué desgraciada
soy! ¡No habitaré ni entre los hombres ni entre las sombras, y no seré ni de
los vivos ni de los muertos!
CORIFEO:
Te has dejado llevar por un exceso de audacia, y te has estrellado contra el
trono elevado de la Justicia. Expías, sin duda, alguna falta ancestral.
ANTÍGONA:
¡Qué pensamientos más amargos has despertado en mí al recordarme el
destino demasiado conocido de mi padre, la ruina total que cayó sobre
nosotros, el famoso destino de las Labdácidas! ¡Oh fatal himeneo materno!
¡Unión con un padre que fue el mío, de una madre infortunada que le dio el
día! ¡De qué padres, desgraciada, nací! Voy hacia ellos ahora, desventurada,
y sin haber sido esposa, voy a compartir con ellos su mansión. Y tú, hermano
mío, ¡qué unión funesta has formado! ¡Muerto tú, me matas a mí, que vivo
aún!
CORIFEO:
Es ser piadoso sin duda honrar a los muertos; pero el que tiene la llave del
poder no puede tolerar que se viole ese poder. Tu carácter altivo te ha
perdido.
ANTÍGONA:
Sin que nadie me llore, sin amigos, sin cantos nupciales, me veo arrastrada,
desgraciada de mí, a este inevitable viaje que me apremia. ¡Infortunada, no
debo ver ya el ojo sagrado de la antorcha del Sol y nadie llorará sobre mi
suerte; ningún amigo se lamentará por mí!
(Entra CREONTE)
27