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muerte combatiendo por la ciudad con un valor que nadie igualó, ordeno que
                        se le entierre en un sepulcro y se le hagan y ofrezcan todos los sacrificios
                        expiatorios que acompañan a quienes mueren de una manera gloriosa. Por
                        el contrario, a su hermano, me refiero a Polinice, el desterrado que volvió del
                        exilio con ánimo de trastornar de arriba abajo  el país paternal y los dioses
                        familiares, y con la voluntad de saciarse con vuestra sangre y reduciros a la
                        condición  de  esclavos,  queda  públicamente  prohibido  a  toda  la  ciudad
                        honrarlo con una tumba y llorarlo. ¡Que se le deje insepulto, y que su cuerpo
                        quede expuesto ignominiosamente para que sirva de pasto a la voracidad de
                        las  aves  y  de  los  perros!  Tal  es  mi  decisión;  pues  nunca  los  malvados
                        obtendrán  de  mí  estimación  mayor  que  los  hombres  de  bien.  En  cambio,
                        quienquiera que se muestre celoso del bien de la ciudad, ése hallará en mí,
                        durante  su  vida  como  después  de  su  muerte,  todos  los  honores  que  se
                        deben a los hombres de bien.

                        CORIFEO:
                        Tales son las disposiciones, Creonte, hijo de Meneceo, que te place tomar
                        tanto respecto del amigo como del enemigo del país. Eres dueño de hacer
                        prevalecer tu voluntad, tanto sobre los que han muerto como sobre los que
                        vivimos.

                        CREONTE:
                        Velad, pues, para que mis órdenes se cumplan.

                        CORIFEO:
                        Encarga de esta comisión a otros más jóvenes que nosotros.

                        CREONTE:
                        Guardias hay ya colocados cerca del cadáver.

                        CORIFEO:
                        ¿Qué otra cosa tienes aún que recomendarnos?

                        CREONTE:
                        Que seáis inflexibles con los que infrinjan mis órdenes.

                        CORIFEO:
                        Nadie será lo bastante loco como para desear la muerte.

                        CREONTE:
                        Y tal sería su recompensa. Pero por las esperanzas que despierta el lucro se
                        pierden a menudo los hombres.

                        (Llega un MENSAJERO, uno de los guardianes colocados cerca del cadáver
                        de Polinice. Después de muchas vacilaciones, se decide a hablar.)






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